martes, 27 de enero de 2009

Descripciones. 20 palabras

Personaje: Una chica de 19 años. Alta, delgada, con el cabello lacio y muy negro. Estudiante normal de la universidad estatal. Normal, sí, pero muy inteligente y bastante creativa. 
Es sociable. Le gusta mucho interactuar con la gente y tiene una empatía que no todo el mundo posee. Los problemas de los que le rodean la hacen ser crítica y muy racionalista frente a cómo debería ser la sociedad. 
Su grupo de la universidad es grande. Ellos acostumbran salir a pasear por la ciudad los viernes, como si fuera un regla fundamental de vida. Ella no siempre los acompaña, pero de vez en cuando sale, y cuando sale, ve la realidad.
Escenario: El escenario principal es una calle de Quito, iluminada por las luces artificiales de los postes, es de noche. Luego la historia se desenvuelve en un local de baile. Es oscuro y está repleto de gente. Las luces de discoteca aturden durante unos minutos, cuando se entra. Las paredes son rústicas, y en el costado derecho hay una barra de licores con algunas bancas vacías.
Situación: Una noche de salida con los amigos. El detalle está en que ella salió de su casa después de pelear con su madre por una tontería. Decide salir, sin mucho ánimo, intentando distraerse, pero sin dejar a un lado su mal estado de ánimo.
Sentimientos: Enojo: La chica se siente frustrada. No se van las imágenes de la discusión anterior con su madre. Las risas a su alrededor la molestan aún más. 
Intriga: Cuando se da cuenta de que su ambiente no va con lo que ella lleva dentro, empieza a juzgarlo y a criticarlo para sus adentros. Mira a su alrededor, captando solamente rostros despreocupados y alegres, los mira creyendo que son gente que no podría preocuparse por lo que es la vida. 
Ganas de actuar: Surge en ese momento, como en todos los momentos de su vida, la necesidad de que su vida aporte en algo a la sociedad. 
Aburrimiento: El ambiente termina por cansarla y decide que ya no quiere seguir allí. Está desganada, sin ánimo. Se da cuenta de que su estado afecta también a los que la rodean. Opta por dejar de molestar y se va. 
Miedo: La calle es oscura y no está muy bien iluminada. Está lejos de la discoteca y empieza a inquietarse. No le es conocido el sitio al que le llevaron sus pies y eso le hace ponerse nerviosa. Mientras mira detenidamente alrededor, su pulso se acelera y un escosor le recorre la nuca, empieza a sudar, pero es un sudor frío. 
Emoción: Hay una casa antigua que le "recuerda algo que no sabe qué es". La sensación es de familiaridad. No se detiene a observarla, pero su estado de ánimo cambia sin tener una explicación.  

jueves, 22 de enero de 2009

Un Caramelo

Lo primero que veo es una pequeña "bola" de plástico verde y plateada. Su forma es extraña. Es cuadrada en la base y sus dos lados, pero en la parte de arriba se retuerce el plástico, como si el que hizo eso hubiese estado enojado y hubiera arrugado lo primero que tenía en frente.
Lo tomo con la mano y su tacto es igual que la vista, un plástico medio doblado. Al abrirlo, hay un sonido rápido y agudo.
Dentro del empaque hay una pequeña parte de papel blanco transparente, que guarda lo que tanto buscaban mis dedos al abrir el objeto. Un pequeño óvalo verde, grueso, con rayas en la superficie, se ubica frente a mis ojos. Tiene unas cuantas manchas de color más oscuro que le hacen parecido a mi Dálmata.
No percibo mucho el olor. Tal vez sea porque estoy con gripe, pero lo máximo que puedo oler es un ligero perfume cítrico. No más.
Finalmente, lo pruebo. En el momento de sentir el sabor, lo primero que noto es un gusto dulce. El sabor no es tan fuerte como para empalagarme, pero es penetrante en mi boca. Luego, el sabor dulzón se mezcla con uno nuevo, que es cítrico, y eso me resulta más agradable que la sensación anterior. Reconozco en mi memoria este gusto agradable: limón. Este sabor, aunque artificial, logra que, por unos instantes, piense en la fruta agria que tanto me gusta.
El caramelo ocupa toda mi atención en estos momentos. Lo siento áspero en un lado y liso en el otro. La parte áspera me lastima un poco el paladar, sólo un poco.
Cada minuto en que el caramelo está en mi boca va cambiando de forma, haciéndose más delgado, una y otra vez.
Sentir tanto dulce me empalaga, al final me canso. Empiezo a masticar la masa que ya no es dura en mi boca y dos segundos después este óvalo es polvo que se desintegra en mi lengua.
El caramelo ahora es sólo un recuerdo guardado que se me presentará cada vez que vea un óvalo así. Boto la envoltura en el basurero y voy a mi siguiente clase.